lunes, 6 de julio de 2009

Celebración del Centenario del Colegio Bethlemitas

(Tomado de la Revista Zapatoca)
Zapatoca, pedazo de tierra santandereana que entre montañas ariscas y tímidos cañones, alberga la reciedumbre y la entereza de hombres y mujeres con sangre hecha de nobleza y nativismo, propios para el logro de sublimes ideales y generosas realizaciones. Acogedora Villa, cuna afortunada del sacerdote, Claudio Acevedo Gómez, fundador de este Colegio, a quien rendimos especial reconocimiento en esta fecha centenaria.

Es a este pueblo bien trazado y acogedor a donde, en una tarde serena y engalanada con el manto blanco de la neblina húmeda, en el crepúsculo del mes de diciembre de 1906, arriban las Hermanas Bethlemitas con el cansancio y la fatiga propios de un largo viaje a lomo de mula, por caminos ásperos y quebrados, pero llena el alma de ilusiones y cargada la mente de nobles ideales y proyectos para buscar el bien de los habitantes de esta acogedora “Ciudad Levítica”.

En la mañana alegre y soleada del 19 de febrero de 1907, este grupo de religiosas recibe el primer ramillete de bulliciosos y alegres chiquillos que ven abrirse por primera vez, no sólo las anchas puertas de la solariega casona, sino los brazos amorosos de las acogedoras Bethlemitas. Por los salones y patios de esa antigua casona, hoy convertida en patio de deportes, desfilaron durante 47 años grandes personalidades que han enriquecido la sociedad en el ámbito religioso, político y social; numerosos sacerdotes, religiosas, centenares de profesionales que se destacan en la política y en las distintas ramas del saber, así como ilustres matronas que con su ejemplo de abnegación, servicio y fidelidad nos han enseñado que la belleza y la riqueza son pasajeras cuando no van acompañadas de la virtud.

Poco a poco se van obteniendo las casas y se van adaptando para el Colegio; el deseo era adquirir la manzana completa para poder realizar el amplio proyecto que tenía para el Colegio la Hna. Magdalena Niño, religiosa ecuatoriana que había llegado ese año y que con su carácter emprendedor inició la construcción del edificio que hoy habitamos. El 16 de julio se llevó a cabo la colocación de la primera piedra y se inició la obra que dirigió durante dos años, siendo Superiora del Colegio.

El año de 1955, fue nombrada Superiora la Madre Carmen Rosa Duque, que llevaba 13 años encargada del Colegio y con decidido empeño continuó la construcción del edificio, con la colaboración generosa de los padres de familia, y en 1957, se inauguró el primer tramo del edificio y se celebraron las Bodas de Oro del Colegio.

Desde la Hermana Cecilia Rosero, primera Superiora de esa casa, hasta nuestras querida Hermanas Marisol Santoyo y Amparo León Tovar, las 34 Superioras que han pasado por esta historia centenaria, han luchado por mantener un nivel académico que haga de nuestros estudiantes personas competentes en el campo del saber y a la vez, hombres y mujeres de calidad humana y coherentes con su fe, que sean gente de cambio en el medio en que se desempeñan.

La parte cultural ha sido preocupación constante en los proyectos de formación integral de nuestros estudiantes; asimismo la parte deportiva, con sus diversas disciplinas, como medio para mantener un espíritu, una mente y un cuerpo sanos. En 101 años de existencia es casi imposible contar con detalle la labor realizada con luchas y esfuerzos, logros y superaciones que hacen honor al lema de nuestro escudo: “virtud y sabiduría” y al contenido de nuestro himno, “honor, virtud, deber, en nuestro corazón, la mente hacia el saber y arriba gloria a Dios”.

Como en toda obra es difícil precisar el número de estudiantes que han pasado por estos espacios, siendo la razón de ser de nuestra tarea educativa, en quienes hemos sembrado, junto con nuestros queridos docentes y en comunión con los padres de familia, con nuestros queridos colaboradores y bienhechores, la semilla del bien, de la virtud y del saber. Sabemos, sí, que son numerosos los exalumnos y exalumnas que, guiados por la estrella de Belén, prosiguen su marcha reflejando en la sociedad que los rodea, ya en el camino del trabajo, como en la formación superior, las virtudes Bethlemitas que aquí han aprendido, siendo agentes de renovación con visión del futuro.

Al evocar estos 101 años de historia y con gratitud sentida elevamos una plegaria al Dios bueno, al Dios de Belén y de la Cruz, para que con abundancia de bendiciones, sea Él la recompensa para cada uno de los zapatocas, que son la razón de ser de nuestra presencia en esta querida tierra, muchas gracias. ,,,,,,, Bethlemitas Zapatoca.

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