domingo, 12 de julio de 2009

REYES, REINAS Y PALACIOS

Revista “Caras”
LA CRISIS ECONÓMICA GOLPEA A LA REALEZA:

Los partidarios de la abolición de la monarquía en Gran Bretaña se llenaron de más motivos para tachar de codiciosa y parásita a la Familia Real, cuyo fastuoso tren de gastos de 35 millones de libras esterlinas anuales, sale del bolsillo de los contribuyentes. La nueva andanada de ataques se suscitó porque, en pleno estallido de la crisis financiera mundial, la reina Isabel II solicitó un incremento de 7.9 millones de libras esterlinas que el poder legislativo le da anualmente a la monarquía para el sostenimiento de sus palacios y sus funciones.

“No hay plata”, fue la respuesta del primer ministro, lo cual la Reina fue notificada de que tendrá que apretarse los cinturones, como deberán hacerlo sus súbditos ante las sombrías perspectivas de la economía. Pero la negativa no atajó las críticas, ya que la propia realeza ha enviado mensajes poco convincentes de su deseo de mostrarse austera ante la crisis. Por esos mismos días, se supo que Isabel II sigue empeñada en adquirir un jet privado por siete millones de libras. La mala prensa arreció cuando se supo que su heredero, el Príncipe Carlos, hará a finales de octubre (2008) una visita de Estado a Japón, Brunei e Indonesia , en compañía de su esposa Camila y un séquito de 15 personas, que le costarán al Fisco unas 500 mil libras.

Por todo esto, la Reina ha sido tildada de codiciosa y alcahueta de los derroches de sus hijos, primos y otros parientes que viven a costillas de ella. Codiciosa, por atreverse a pedir plata cuando podría cubrir el déficit de los gastos de sus palacios con su fortuna, avaluada en diez mil millones de euros, según El País de Madrid. Pero la Reina nunca pierde: así lo dan a entender documentos oficiales desclasificados hace poco, según los cuales, por acuerdos secretos con el Tesorero, la monarca se ahorró 20 millones de libras en impuestos que debía pagar, tras recibir la herencia de su madre Isabel.

La Reina, además, defiende con celo el derecho de su familia a ser subvencionada por el Fisco, por el sólo hecho de llevar la sangre real. Hace unos años, el Parlamento decidió sacar de la nómina de beneficiarios de la Lista Civil a sus hijos, primos y a su tía Alicia y dejarla sólo a ella y a su esposo, el Príncipe Felipe, pero, en una astuta maniobra, Isabel, no solo mantuvo los privilegios de sus parientes, sino que además, sacó provecho: en efecto, la Reina hoy le devuelve al Tesoro lo que reciben sus parientes, pero gracias a ese reembolso se ahorra el 40% en su declaración de renta, es decir, unas 536 mil libras anuales.

Si bien a Isabel II se le conoce como austera y hasta tacaña, sus críticos dicen que no le pone freno a la vida ostentosa de sus familiares, comenzando por el propio Carlos; su círculo personal consta de 17 personas, entre ellas uno a quien el Príncipe le paga 100 mil libras anuales, (unos 390 millones de pesos) sólo por deberes simples, como poner el dentífrico en su cepillo de dientes; el año pasado gastó 325 mil libras en el alquiler de un lujoso yate por el Caribe; otras 614 en vuelos charter a Irak y Pakistán, y 40 mil en flores, con la diferencia de que él no depende de la Lista Civil, sino de las fabulosas ganancias del Ducado de Cornwall, creado en el siglo XIV para sostener al heredero de la Corona. Sus más de 54 mil hectáreas le han reportado más de 271 millones de libras desde el 2001, con las cuales dicen los británicos de a pie, podrían aliviar los apuros de la Reina, una insignificancia para esa inmensa fortuna que se niega a tocar, siguiendo al pie de la letra un refrán muy apreciado por su linaje: “Vigila tus centavos, que los millones se cuidan solos”.

Las tres fiestas de Carlos: Pese a los temores de recesión, la realeza festejó los 60 años del heredero de la Corona con tres fastuosas cerebraciones: la primera, con fines benéficos, consistió en un show de comedia, diversión favorita de Carlos, y tuvo como protagonista al actor Robin Willaims.

El 13 de noviembre, la Reina ofreció un banquete de Estado para 170 invitados al que asistieron el Primer Ministro, la realeza europea y lo más granado de la sociedad británica.
El 14, día del cumpleaños de Carlos, el Príncipe prefirió pasarlo en familia, pero el 15, su esposa Camila le dio una cena bailable, en su residencia campestre de Higrove, y con 75 invitados: grupos de presión, como la Alianza de los Contribuyentes protestaron por tan caros ágapes.

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