domingo, 12 de julio de 2009

UN AMOR FUGAZ DE BOLÍVAR

Norberto Serrano Gómez, del Libro “De broma y de veras”

En la vida de los grandes personajes de la historia, hay algunos que han dejado hermosos recuerdos de su paso por el mundo; en nuestra historia hay un personaje que dejó honda huella en el continente latino-americano, Simón Bolívar: de todos es conocido el inmenso influjo que ejercía nuestro Libertador por la mujer, era demasiado apasionado con las féminas; la historia cuenta que el homenaje más sincero y grato que una mujer podía ofrecerle a Bolívar, eran sus propias hijas, vírgenes la mayoría, buscando dejar descendencia, por el gran carisma que este hombre ejercía en todo el continente; en esos momentos de gran efervescencia por la libertad, la mujer no se ofrecía buscando el placer, sino la forma de poder tener un hijo de Bolívar, situación que, según parece no se logró, porque no se ha legitimado que Bolívar hubiera dejado descendencia.

En la obra “El amor y la mujer en la historia de Colombia” hay un leyenda sobre la polifacética vida del Libertador, constelada de hermosas mujeres que mantuvieron vivo el fuego de su espíritu galante; en los turbulentos días de la Convención de Ocaña, en 1828, de paso por el Socorro, se le brindó un espléndido recibimiento, con actos públicos y un suntuoso baile; en el desarrollo del programa hubo una representación alegórica, en la cual la personificación de América estuvo a cargo de una muchacha muy atractiva, nacida, en 1813, en la localidad de Pinchote; tenía, por consiguiente, 15 años, y se llamaba María Concepción Hernández.

La imagen de esta niña quedó muy viva en el corazón de Bolívar; fue un sentimiento diferente al que experimentó en muchas otras mujeres; aquello fue amor, en el sentido puro de la palabra, y otra vez floreció en su espíritu, un anhelo de paz, de felicidad, de sosiego, muy distinto a los impulsos que lo llevaron a compartir con otras mujeres el tormentoso cambio de su vida, que ya empezaba a oscurecerse con la sombra del ocaso”.

Las crónicas dicen que Bolívar le hizo conocer sus sentimientos a la muchacha, a quien se acomoda una respuesta, que tiene qué ser una invención rebuscada, impropia de una niña campesina, tímida y rústica: “Soy demasiado digna, para ser su amante, y es usted demasiado grande, como para que yo pueda ser su esposa”. En todo caso, ese destello pasional quedó sellado con la rotunda negativa de María Concepción y de sus padres.

Pero, lo más interesante de este relato, es que no se trata de una leyenda, sino de un hecho cierto, historia que ha pasado de generación en generación entre los lugareños: María Concepción Hernández existió, su partida de bautismo se encuentra en Pinchote, de la Diócesis de Socorro y San Gil, firmada por el Pbro. Bernardo Meléndez. En contadas ocasiones, Bolívar fue rechazado por las mujeres y este relato hace parte de los aspectos humanos del Libertador, quien frecuentemente tuvo que saborear las amarguras de las derrotas de la libertad y del amor.

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