El final del ardiente verano español se vio exaltado con un chisme sorprendente: “La octogenaria Duquesa de Alba se casa por tercera vez con un hombre que podría ser su hijo o su nieto”. El rumor corrió como pólvora porque la implicada no era una veterana más, con un novio joven. Se trataba, ni más ni menos, que una de las mujeres más ricas de Europa, una especie de reliquia viviente de España y la dueña del record de la persona con más títulos nobiliarios del mundo, todos auténticos: seis veces Duquesa, 18 veces Marquesa y posee otros 72 pergaminos de Condesa, Condesa-Duquesa, Vizcondesa y Señora, además de ser 14 veces Grande de España, dignidad que le sigue a la de Infante, que sólo merecen los hijos del Rey. En los medios de la nobleza resultaba ridículo, debido no solo a la edad, sino a los achaques físicos de Cayetana Fitz-James Stuart, como se llama la noble, quien habla y camina con dificultad, y cuya salud mental se dice que es buena, pero tiene momentos en que se queda en blanco.
resulta que la ilustre señora también es célebre por el desdén y la irreverencia con que se toma su alta posición social y por los escándalos, como el que protagonizó con su fallida boda, reflejos de una mujer dada a los castizo y popular, y con un fogosa vida sexual a sus años, de la cual no tiene reparos en hablar: “Yo siempre fui una chica alegre y divertida, con mucho éxito con los hombres y tenía varios romances a la vez”, comentó a la revista Diez Minutos hace unos años, al recordar su juventud.
Fruto de su eterna cotequetería es el noviazgo con Alfonso Diez, un funcionario público y anticuario de 57 años, a quien conoció hace 30 años por intermedio de su fallecido segundo marido, el erudito Jesús Aguirre. Al develarse la proyectada boda, la Casa de Alba (léase los hijos de la Duquesa) expidió un comunicado desde el Palacio de Liria, la sede ducal en Madrid, desmintiendo la noticia y explicando que a la aristocrática y a Diez sólo los une una “entrañaba amistad”. Sin embargo, voluntariosa como siempre, la Duquesa rompió con su distancia de las revistas del corazón y le dio una entrevista a ¡Hola!, en una especie de conjuro de esa “hipocresía de su casta” que siempre ha combatido. “Es cierto que tuve la idea de casarme, los dos la tuvimos llenos de ilusión”, dijo, y reveló que el comunicado de prensa negando la boda fue una decisión de sus seis hijos y el cura que se negó a casarla, sin su consentimiento. Una arbitrariedad que a la postre termino por disuadirla de sus deseos de volver al altar. “Me volví atrás por mis hijos, vi que todo iba a resultar muy complicado”, afirmó, recalcando la incomprensión de sus herederos, quienes son acusados por la alta sociedad española de tener abandonada a su madre.
“Yo me siento muy sola desde la muerte de Jesús y me fui interesando por Alfonso”, reveló, al hablar por primera vez de esa relación de vieja data y que la pareja fue muy hábil en mantener en secreto hasta ahora. Al parecer, Diez se enamoró de Cayetana desde que la conoció hace tres décadas, hasta que no pudo contenerse: “Al principio, cuando me lo dijo, creí que estaba loco, después me impactó: una cosa así llena de orgullo a cualquier mujer”, señaló la linajuda anciana. Un orgullo por lo que los hijos de la Duquesa no dan un peso, pues sospechan que el novio lo que persigue es una tajada de la enorme fortuna de la aristocrática, superior en obras de arte a la de la reina Isabel II, de Inglaterra. Al respecto, ella lo defendió: “Alfonso no es un interesado, tiene su trabajo y está dispuesto firmar un documento diciendo que no necesita nada de la Casa de Alba, sólo a la persona que lleva los títulos”.
¿Es realmente Diez un caza fortunas?: para Carmen Tello, la mejor amiga de la Duquesa, es enfática en señalar que sí lo es. Sin embargo, hay quienes lo niegan, como el magazín Está Pasando, según el cual, además de atractivo, él tiene una inmejorable situación económica, gracias a que es dueño de una empresa de relaciones públicas y un almacén de antigüedades en Madrid. En todo caso, Alfonso ha sido el mejor aliciente en la vejez de la Duquesa, para quien, dicen sus allegados, tiene halagos, como “siempre te he visto como una diosa”. Pese al enlace frustrado, la relación entre los dos tórtolos siguió, para encono de esta aristocracia que siempre le ha criticado a Cayetana su rebeldía, como ella misma lo sabe: “No me perdonan que haya sido tan feliz en la vida”.
UN ENCUENTRO REAL:
La mañana del 2 de julio de 2008, cuando el termómetro marcaba 30 grados centígrados, el político caleño, Francisco José Lloreda le presentó a la reina Beatriz de Holanda sus credenciales como nuevo embajador de Colombia, ante los Países Bajos. La ceremonia protocolaria comenzó a las 9.45 a.m, de ese día, cuando dos carrozas reales llegaron hasta la sede de la embajada, en La Haya, para recoger al diplomático y a su esposa, María Cecilia Cabal.
El recorrido en las carrozas, desde la embajada de Colombia, hasta el palacio Noordeinde, una construcción de estilo renacentista que es el lugar de trabajo de la soberana holandesa, duró 10 minutos. En la primera viajaron el embajador, su esposa y el marshall de la reina. En la segunda, los funcionarios de la delegación diplomática y el cónsul de Colombia en Ámsterdam, quien comentó que la era “pequeña y sencilla, forrada en terciopelo rojo por dentro, lo cual aumentó el calor que sintió ese día”.
Al llegar al palacio la comitiva tuvo que esperar dentro de los vehículos más de 10 minutos, porque se había retrasado la ceremonia de presentación de credenciales del embajador del Líbano; después el grupo ingresó a Noordeinde por una alfombra roja. El embajador entró primero, unos pasos atrás y a la derecha, iba su esposa, y a la izquierda el marshall. Los otros diplomáticos los seguían en fila, mientras la banda real tocaba el Himno Nacional de Colombia; Lloreda la comentó a CARAS que “escuchar el Himno en un palacio real, es como uno se enorgullece de ser colombiano”.
Encuentro con la soberana: El grupo fue recibido por el jefe de protocolo; luego todos los diplomáticos, salvo la esposa del embajador, fueron escoltados a un salón del segundo piso, en el que aguardaba la reina Beatriz, quien se encontraba acompañada por el ministro de Relaciones Exteriores para Europa, Frans Timmermans. El diplomático le entregó dos sobres con las cartas de acreditación, escritas en español y presentó a los miembros de su equipo de trabajo. Durante la mitad de los 45 minutos que duró la audiencia, el tema de conversación fue Colombia. “Me impresionó el que la Reina está muy bien enterada de los asuntos con nuestro país. Hablamos del orden público, de los procesos de paz y de apoyo comercial”, le dijo Lloreda a CARAS. Al finalizar la charla, María Cecilia Cabal fue invitada a unirse al grupo y compartieron café, té y galletas, que ofreció la Reina.
A la salida, la banda volvió a tocar música del país, tras lo cual el grupo de colombianos fue conducido de nuevo en los carruajes a la sede de la embajada. Después de la ceremonia no hubo celebración; todos llegaron a sus oficinas a trabajar, porque el embajador viajó muy temprano el día siguiente a Colombia.
domingo, 12 de julio de 2009
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Buenas tardes, quisiera saber acerca de la procedencia de Antonio Pinilla Ruiz general de la Guerra de los 1000 días, esposo de Delfina Rodríguez García. Son mis bisabuelos. Muchas gracias!
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